domingo, 22 de febrero de 2015

Mi último día sobre la tierra

Resultado de imagen de egoismoMi último día en la tierra... ¿Cómo lo pasaría? .... Sería excesivamente cruel pasarlo siendo el desgraciado que soy actualmente. Si Dios mediante sus ángeles me notificase que es mi último día sobre la tierra o un médico infalible me asegurase que sufro un popurrí de enfermedades incurables y que ordene mis asuntos en éstas veinticuatro horas. Realmente lo que más me jodería sería pasar mi último día siendo el mismo bagaje de pesimismos y fracasos, si pudiera elegir mi último día desearía 2 superpoderes, la velocidad de flash  y la invisibilidad.

¿Estaría aterrado o sosegado?... He vivido en el más absoluto ateísmo ¿Pero si estoy equivocado? ¿Debería eso aterrarme? ... ¿Pero si no me equivoco? Si cuando nos morimos nos volvemos carne putrefacta y manjar de gusanos famélicos que te disfrutan como un drogadicto la heroína. Sería de cobardes, de pusilánimes hacer las paces con Dios, buscar en un día redimir toda mi existencia egoísta, pagana... me quedo en blanco y me pierdo en las hermosas ondulaciones que provoca mi cigarrillo encendido... si realmente existe Dios... creo que éste alma descarriada la perdió hace mucho.

Viajando en mi escasa imaginación me imagino con mis dos preciados superpoderes, empiezo a recordar a mi profesora de matemáticas del colegio, la profesora María Paredes León, tutora y artífice de mis peores años de primaria en el colegio, una zorra amargada y sebosa, años más tarde nos dimos cuenta que su carencia de tacto, su tiranía se debía a una vida sexual inactiva, en ésa época éramos muy pequeños para pensar que era una mal follada, sólo pensábamos que era una cabrona despiadada.

Recordando el colegio pienso también en Rebeca Saavedra Rodríguez, la chica más linda de secundaria, casi todos los chavales cuando empezamos a sumergirnos en el delicioso y placentero arte de las manualidades la imaginábamos desnuda, musa de mi onanismo. No dudaría en dar rienda suelta a mi perversión y la visitaría, simplemente con el exquisito afán de cumplir mi sueño... cruzaría los dedos para que el tiempo y la dejadez no hayan hecho mella en su físico. Darle veracidad al contorno de sus senos, al color de sus pezones, el quiebre de su derrière, tan excitado como un marchante de arte cuando un hermoso cuadro lo desplaza de la realidad y lo hace vivir en la perplejidad.

Hospedarme furtivamente en los hoteles más caros del mundo, conocer países que siempre soñé pisar, usaría mis poderes para complacerme... sin embargo mi egoísmo me impediría darme cuenta que a nadie le incordiaría saber que es mi último día sobre la tierra, que en los años que he vivido no he hecho nada saludable por nadie, he vivido preocupado por mi y que a los demás les den por el culo. Mi último día en la tierra sería igual de triste que cualquier otro día de mi vida, seguiría asesinando mis pulmones con la ingente cantidad de cigarros que fumo, seguiría escribiendo sin sentidos que nadie quiere leer, seguiría siendo el mismo aliento irrelevante y atormentado que soy. Adicto a mis preocupaciones e indiferente a los demás.

Imagino un escenario final en el cual Dios con el rostro adusto y clavándome los ojos inyectados de justicia me pregunta:

Cristian ¿Cómo has vivido el don que te regalé?

Mirando al suelo y con una sonrisa le contestaría:


Indícame el camino más cercano al infierno.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario