Cursaba el quinto año de secundaria... recuerdo con
arrepentimiento.
Hace cuatro años que yo ya había terminado el colegio y me
enfrentaba a mi tercer año de veterinaria. Esas vacaciones de verano no nos
fuimos en familia a las playas del sur, en esas vacaciones de verano mi padre
por culpa de una reforma laboral en la empresa fue despedido, con envidia
escuchaba las deliciosas conjeturas de mis compañeros sobre sus vacaciones.
Recuerdo las palabras de mi padre:
Ponte las pilas Joaquín, búscate un trabajo que ya se acabó esa
costumbre de vivir a cuerpo de rey, si quieres ser alguien en la vida tendrás
que pagarte tu carrera huevón, el papito y mamita ya se acabaron.
La amiga de mi madre tenía una hija, Macarena, con la
alegría que una niña de dieciséis años puede albergar, esas ganas de comerse el
mundo, de explorar lo incierto y con ganas de equivocarse. No era muy buena
alumna en el colegio, el interés por el dubstep y las fiestas con sus amigas
ocupaban la mayor parte de su cerebro.
Fui su profesor particular durante el verano, la madre
estaba desesperada por el futuro de su hija, su apatía por los estudios y su
paupérrima economía sólo alcanzaban para contratarme, mi tiempo era barato y al
ser el hijo de una de sus mejores amigas me convertían en el candidato más
fidedigno y honrado.
Macarena
Todo empezó muy distante, mi trato era supuestamente
"profesional", la primera vez que vino con las confianzas típicas de
una adolescente coqueta y algo traviesa puse el freno.
Cuatro horas por la tarde en mi casa todos lo días, de cinco
a nueve, ella escuchaba con "atención" todas las materias que le
explicaba.
¿Joaquin? me pregunta
con esa voz tan acaramelada.
Termina los deberes
que te quedan Macarena, le digo firme mientras fumaba mi cigarrillo y ojeaba
los clasificados del periódico.
¿Qué opina tu enamorada que seas tan serio y aburrido? me pregunta impertinente.
No puede opinar nada
porque no tengo, le contesto sin levantar la mirada del periódico.
¿Quieres saber qué opino yo? me pregunta con una risa picara.
Cambio la hoja del periódico y dándole una calada al
cigarrillo le contesto:
Tu madre no me paga
para que sea tu payaso, si me paga es porque vas de culo en el colegio.
!Que desagradable
eres! me dice indignada y añade, para que me sirve estudiar geometría o
filosofía, yo quiero cantar..
Pues en tu tiempo
libre canta lo que te dé la gana, pero mientras me paguen por verte estudiar y
enseñarte cíñete a los libros, le digo tajante.
Cualquier respuesta vertical o tajante le daba igual, ella
sólo quería divertirse.
Si termino mis deberes
antes de las nueve....¿Te gustaría escucharme cantar? me pregunta algo
nerviosa.
Sólo si terminas tu
tarea, le digo.
Como sospechaba cuando accedí no le dio tiempo, antes de
irse con la mirada cándida y el rostro triste me dice:
No me escuchaste
cantar.
Otro día será, le
contesto indiferente.
Macarena II
Cada día que pasaban me contagiaba más de su alegría, mi
amargura por no haber pasado mis días de verano tomando el sol recostado en una
tumbona, bebiendo unos mojitos o haciendo una fogata en la playa con mis
amigos... pasar las tardes con Macarena iban menguando mi frustración.
Una semana después la escuché cantar, hasta el momento la
versión más bonita de "I Have Nothing" de Whitney Houston que he
escuchado salieron de sus labios. Nuestras tardes cada vez eran más personales,
más cercanas.
Mañana no puedo venir
Joaquín, me dice.
¿Alguna razón en
especial? le pregunto extrañado, nunca había faltado en 1 mes y medio.
¿Puedo confiar en ti?
me pregunta nerviosa.
Claro... Bueno... no
sé ¿Crees que puedes confiar en mi? le pregunto mirándola a los ojos.
Creo que si, me dice
jugando con su pelo y añade, quiero presentarme al casting del programa
"¿Hay un cantante en ti?".
Poco a poco me fui dando cuenta que en algún momento yo
también fui como Macarena, soñador. Yo soñaba con escribir historias, me miraba
frente al espejo en la intimidad de mi habitación soñando que recibía un
premio, soñando con elogios, soñando que un grupo de personas me regalaban su
atención mientras explicaba alguna fascinante novela que había escrito, pero
poco a poco ése sueño fue menguando, agonizando hasta el punto que fue
erradicado de mi esencia.
¿Quieres que te
acompañe? le pregunto con una sonrisa.
¿Harías eso por mi? me
pregunta ilusionada.
Dile a tu madre que
vienes a estudiar y nos vamos al casting, le digo.
Gracias Joaquín,
Gracias, me dice y me encarcela en sus
brazos con sinceridad.
Macarena III
Creo que todo empezó allí, dejé de ver a Macarena como una
niña tonta y superficial, empecé a interesarme más por ella. Macarena se
enamoró de mí, cuando regresamos del casting que con alegría celebraba haber
sido elegida para el programa nos besamos, un beso tosco y suave, me besó con
tanto ímpetu que sus dientes chocaron con los míos, sabía que esto no nos iba a
llevar ningún sitio, sabía que si correspondía a Macarena esto no iba a
terminar bien... pero no podía parar.
Nuestras clases particulares se volvieron sexuales, la
primera vez intenté detenerme.
No, no, no podemos
hacerlo Macarena, le digo y me levanto e la cama.
¿Qué pasa Joaquín? ¿No
te gusto? me pregunta sentada en la cama sin sostén, con unos hermosos pechos
al descubierto y unos pezones tentando mis labios.
Eres menor, no.. no,
le digo moviendo la cabeza.
Se acerca y me susurra al oído:
No te preocupes
Joaquín, no soy virgen.
¿Qué podía hacer? no soy de piedra. No puedo ser tan cínico y asegurar que amaba a Macarena de
la misma forma en la que ella me amaba, ella lo daba todo por mi.... fui un
hijo de perra.
Macarena IV
Los meses le dieron muerte al verano y regresé a mis clases
en la universidad, empecé a distanciarme más y más de Macarena, la veía unos días
por semana, sólo cuando tenía ganas de meterla en caliente.
Ésa mañana estuve distraído en clase, tenía ganas de romper
con Macarena, qué sentido tenía hacerla sufrir ahora o después, toda la mañana
intenté buscar las palabras precisas, las palabras exactas que aminorasen su
sufrimiento... pero no hay manera suave o sutil de romperle el corazón a una
persona.
Macarena, quiero hablar contigo....
¿Lo has notado no? no
puedo ocultarlo más Joaquín, estoy de siete semanas, me interrumpe y me abraza
con emoción.
¿Cómo? le digo con el
rostro perplejo.
¿No te alegras Joaquín?
me dice con el rostro compungido.
No, no ,no, no ,no, no
,no... me lamento.
Pensé que te ibas a
alegrar amor, es un regalo que nos está dando Dios, me intenta persuadir.
No podemos tener un
hijo Macarena, yo estoy terminando la carrera.... no, no, no, no, no, me repito
hiperventilando y con sudores fríos.
Recuerdo que agachó la cabeza y se fue a un rincón de la
habitación a llorar, ¿Cómo he podido cagarla tanto? me preguntaba una y otra
vez, indiferente a los sentimientos de Macarena. Algo en mi mente ruin engendró
una idea, utilicé todo el amor y sus sueños para manipularla, para jugar con su
mente.
Ven Macarena, siéntate
a mi lado, le digo mientras golpeo la cama con mi mano.
Cómo un cachorrito indefenso y asustado se sentó a mi lado,
aún puedo ver su rostro inocente y dolido si cierro mis ojos con fuerza.
¿Tú me amas? le
pregunto mientras seco sus lágrimas con mis dedos.
Sí, me dice con la voz
quebrada y sollozando. Vamos a tener mucho
tiempo para tener hijos abejita, pero tener un hijo ahora... sólo nos frenaría,
tendrías que renunciar a tus sueños de ser cantante, no podría perdonarme que no cumplieses tu sueño, tu me amas, yo te
amo, tenemos toda la vida por delante para tener más niños... (respiro hondo)
tienes que abortar abejita, le digo.
Pero...
Shh, shh, tranquila,
yo voy a estar a tu lado Macarena, siempre voy a estar a tu lado, le digo y sello sus labios con los míos.
Macarena V
Tuve que emplear toda mi persuasión, mentirle como un hijo
de puta para que pueda acceder, pero ella me amaba y utilicé todo su amor para
volverla mi marioneta.
El aborto es ilegal en mi país, hablando con unos amigos de
la universidad me recomendaron un matasanos, un "amigo" había vivido
una situación parecida con su enamorada.
Aún puedo recordar la fecha, veinticinco de septiembre,
Macarena temblaba, no era más que una niña de dieciséis años, asustada,
utilizada.
Llegamos a una casa venida a menos, la puerta tenía un
chirrido escalofriante al abrirse, la fachada que pedía a gritos una mano de
pintura, el rostro de la señora que nos abrió la puerta. Estaba cagado de
miedo, pero no podía exteriorizar ése miedo, tenía que darle tranquilidad a
Macarena, recuerdo sus piernas temblando y
lo fría que estaban sus manos.
Tranquila abejita,
siempre voy a estar a tu lado, le digo y le beso en la frente.
La señora le sujetó la muñeca a Macarena y la llevo a una
habitación.
Yo voy a estar aquí
abejita, no tengas miedo, cierra los ojos y piensa que estoy a tu lado, le
susurro al oído.
Por mucho que lo intento joder, por mucho que trato de
borrarme el rostro de Macarena de mi cabeza no lo consigo, esos ojos inyectados
de miedo, las lágrimas que deslizaban por sus mejillas, el tacto frío de sus
manos, era una niña viviendo un infierno por mi culpa.
Me quedé sólo sentado en un sofá polvoriento y viejo, las
horas pasaban y la angustia me consumía, no sé como decidí abrir la puerta de
aquella habitación, las piernas me temblaban, las manos me temblaban mientras
giraba el picaporte.
La encontré echada en una camilla semidesnuda, muerta,
desangrada, sobre un papel de periódico pude ver los trozos de mi hijo, me
marché de aquella casa y dejé a Macarena muerta en la mesa. Lo peor de todo....
es que me sentí aliviado.
Le cuento a mi psiquiatra que con el rostro lleno de asco me
juzga con la mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario