jueves, 19 de marzo de 2015

Macarena

Cursaba el quinto año de secundaria... recuerdo con arrepentimiento.

Hace cuatro años que yo ya había terminado el colegio y me enfrentaba a mi tercer año de veterinaria. Esas vacaciones de verano no nos fuimos en familia a las playas del sur, en esas vacaciones de verano mi padre por culpa de una reforma laboral en la empresa fue despedido, con envidia escuchaba las deliciosas conjeturas de mis compañeros sobre sus vacaciones.

Recuerdo las palabras de mi padre:

Ponte las pilas Joaquín, búscate un trabajo que ya se acabó esa costumbre de vivir a cuerpo de rey, si quieres ser alguien en la vida tendrás que pagarte tu carrera huevón, el papito y mamita ya se acabaron.

La amiga de mi madre tenía una hija, Macarena, con la alegría que una niña de dieciséis años puede albergar, esas ganas de comerse el mundo, de explorar lo incierto y con ganas de equivocarse. No era muy buena alumna en el colegio, el interés por el dubstep y las fiestas con sus amigas ocupaban la mayor parte de su cerebro.

Fui su profesor particular durante el verano, la madre estaba desesperada por el futuro de su hija, su apatía por los estudios y su paupérrima economía sólo alcanzaban para contratarme, mi tiempo era barato y al ser el hijo de una de sus mejores amigas me convertían en el candidato más fidedigno y honrado. 

Macarena

Todo empezó muy distante, mi trato era supuestamente "profesional", la primera vez que vino con las confianzas típicas de una adolescente coqueta y algo traviesa puse el freno.

Cuatro horas por la tarde en mi casa todos lo días, de cinco a nueve, ella escuchaba con "atención" todas las materias que le explicaba.

¿Joaquin? me pregunta con esa voz tan acaramelada.

Termina los deberes que te quedan Macarena, le digo firme mientras fumaba mi cigarrillo y ojeaba los clasificados del periódico.

¿Qué opina tu enamorada que seas tan serio y aburrido? me pregunta impertinente.

No puede opinar nada porque no tengo, le contesto sin levantar la mirada del periódico.

¿Quieres saber qué opino yo? me pregunta con una risa picara.

Cambio la hoja del periódico y dándole una calada al cigarrillo le contesto:

Tu madre no me paga para que sea tu payaso, si me paga es porque vas de culo en el colegio.

!Que desagradable eres! me dice indignada y añade, para que me sirve estudiar geometría o filosofía, yo quiero cantar..

Pues en tu tiempo libre canta lo que te dé la gana, pero mientras me paguen por verte estudiar y enseñarte cíñete a los libros, le digo tajante.

Cualquier respuesta vertical o tajante le daba igual, ella sólo quería divertirse.

Si termino mis deberes antes de las nueve....¿Te gustaría escucharme cantar? me pregunta algo nerviosa.

Sólo si terminas tu tarea, le digo.

Como sospechaba cuando accedí no le dio tiempo, antes de irse con la mirada cándida y el rostro triste me dice:

No me escuchaste cantar.

Otro día será, le contesto indiferente.


Macarena II

Cada día que pasaban me contagiaba más de su alegría, mi amargura por no haber pasado mis días de verano tomando el sol recostado en una tumbona, bebiendo unos mojitos o haciendo una fogata en la playa con mis amigos... pasar las tardes con Macarena iban menguando mi frustración.

Una semana después la escuché cantar, hasta el momento la versión más bonita de "I Have Nothing" de Whitney Houston que he escuchado salieron de sus labios. Nuestras tardes cada vez eran más personales, más cercanas.

Mañana no puedo venir Joaquín, me dice.

¿Alguna razón en especial? le pregunto extrañado, nunca había faltado en 1 mes y medio.

¿Puedo confiar en ti? me pregunta nerviosa.

Claro... Bueno... no sé ¿Crees que puedes confiar en mi? le pregunto mirándola a los ojos.

Creo que si, me dice jugando con su pelo y añade, quiero presentarme al casting del programa "¿Hay un cantante en ti?".

Poco a poco me fui dando cuenta que en algún momento yo también fui como Macarena, soñador. Yo soñaba con escribir historias, me miraba frente al espejo en la intimidad de mi habitación soñando que recibía un premio, soñando con elogios, soñando que un grupo de personas me regalaban su atención mientras explicaba alguna fascinante novela que había escrito, pero poco a poco ése sueño fue menguando, agonizando hasta el punto que fue erradicado de mi esencia.

¿Quieres que te acompañe? le pregunto con una sonrisa.

¿Harías eso por mi? me pregunta ilusionada.

Dile a tu madre que vienes a estudiar y nos vamos al casting, le digo.

Gracias Joaquín, Gracias, me dice y me  encarcela en sus brazos con sinceridad.

Macarena III

Creo que todo empezó allí, dejé de ver a Macarena como una niña tonta y superficial, empecé a interesarme más por ella. Macarena se enamoró de mí, cuando regresamos del casting que con alegría celebraba haber sido elegida para el programa nos besamos, un beso tosco y suave, me besó con tanto ímpetu que sus dientes chocaron con los míos, sabía que esto no nos iba a llevar ningún sitio, sabía que si correspondía a Macarena esto no iba a terminar bien... pero no podía parar.

Nuestras clases particulares se volvieron sexuales, la primera vez intenté detenerme.

No, no, no podemos hacerlo Macarena, le digo y me levanto e la cama.

¿Qué pasa Joaquín? ¿No te gusto? me pregunta sentada en la cama sin sostén, con unos hermosos pechos al descubierto y unos pezones tentando mis labios.

Eres menor, no.. no, le digo moviendo la cabeza.

Se acerca y me susurra al oído:

No te preocupes Joaquín, no soy virgen.

¿Qué podía hacer? no soy de piedra. No puedo ser tan cínico y asegurar que amaba a Macarena de la misma forma en la que ella me amaba, ella lo daba todo por mi.... fui un hijo de perra.

Macarena IV

Los meses le dieron muerte al verano y regresé a mis clases en la universidad, empecé a distanciarme más y más de Macarena, la veía unos días por semana, sólo cuando tenía ganas de meterla en caliente.

Ésa mañana estuve distraído en clase, tenía ganas de romper con Macarena, qué sentido tenía hacerla sufrir ahora o después, toda la mañana intenté buscar las palabras precisas, las palabras exactas que aminorasen su sufrimiento... pero no hay manera suave o sutil de romperle el corazón a una persona.

Macarena, quiero hablar contigo....

¿Lo has notado no? no puedo ocultarlo más Joaquín, estoy de siete semanas, me interrumpe y me abraza con emoción.

¿Cómo? le digo con el rostro perplejo.

¿No te alegras Joaquín? me dice con el rostro compungido.

No, no ,no, no ,no, no ,no... me lamento.

Pensé que te ibas a alegrar amor, es un regalo que nos está dando Dios, me intenta persuadir.

No podemos tener un hijo Macarena, yo estoy terminando la carrera.... no, no, no, no, no, me repito hiperventilando y con sudores fríos.

Recuerdo que agachó la cabeza y se fue a un rincón de la habitación a llorar, ¿Cómo he podido cagarla tanto? me preguntaba una y otra vez, indiferente a los sentimientos de Macarena. Algo en mi mente ruin engendró una idea, utilicé todo el amor y sus sueños para manipularla, para jugar con su mente.

Ven Macarena, siéntate a mi lado, le digo mientras golpeo la cama con mi mano.

Cómo un cachorrito indefenso y asustado se sentó a mi lado, aún puedo ver su rostro inocente y dolido si cierro mis ojos con fuerza.

¿Tú me amas? le pregunto mientras seco sus lágrimas con mis dedos.


Pero...

Shh, shh, tranquila, yo voy a estar a tu lado Macarena, siempre voy a estar a tu lado, le digo y  sello sus labios con los míos.

Macarena V

Tuve que emplear toda mi persuasión, mentirle como un hijo de puta para que pueda acceder, pero ella me amaba y utilicé todo su amor para volverla mi marioneta.

El aborto es ilegal en mi país, hablando con unos amigos de la universidad me recomendaron un matasanos, un "amigo" había vivido una situación parecida con su enamorada.

Aún puedo recordar la fecha, veinticinco de septiembre, Macarena temblaba, no era más que una niña de dieciséis años, asustada, utilizada.

Llegamos a una casa venida a menos, la puerta tenía un chirrido escalofriante al abrirse, la fachada que pedía a gritos una mano de pintura, el rostro de la señora que nos abrió la puerta. Estaba cagado de miedo, pero no podía exteriorizar ése miedo, tenía que darle tranquilidad a Macarena, recuerdo sus piernas temblando y  lo fría que estaban sus manos.

Tranquila abejita, siempre voy a estar a tu lado, le digo y le beso en la frente.

La señora le sujetó la muñeca a Macarena y la llevo a una habitación.

Yo voy a estar aquí abejita, no tengas miedo, cierra los ojos y piensa que estoy a tu lado, le susurro al oído.

Por mucho que lo intento joder, por mucho que trato de borrarme el rostro de Macarena de mi cabeza no lo consigo, esos ojos inyectados de miedo, las lágrimas que deslizaban por sus mejillas, el tacto frío de sus manos, era una niña viviendo un infierno por mi culpa.

Me quedé sólo sentado en un sofá polvoriento y viejo, las horas pasaban y la angustia me consumía, no sé como decidí abrir la puerta de aquella habitación, las piernas me temblaban, las manos me temblaban mientras giraba el picaporte.

La encontré echada en una camilla semidesnuda, muerta, desangrada, sobre un papel de periódico pude ver los trozos de mi hijo, me marché de aquella casa y dejé a Macarena muerta en la mesa. Lo peor de todo.... es que me sentí aliviado.

Le cuento a mi psiquiatra que con el rostro lleno de asco me juzga con la mirada.

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