Los gritos me taladran los oídos..
-Haz algo para callar a esta puta asquerosa- le digo a Mariano mientras
conduzco.
-Cállate o te pego un tiro en la cabeza, cállate carajo- vuelve a gritar
Mariano sin resultado.
Aparco el coche en un callejón y le digo a Mariano:
-Dame el arma.
Llevo una máscara de Esperanza Aguirre, bajo del coche y aún
con los gritos de la histérica mujer abro el maletero. Intenta salirse pero la
vuelvo a empujar contra el maletero.
-Abre la boca - le digo.
-Se lo ruego deje que me marche, no le he visto el rostro a ninguno, por
favor- me suplica.
-No te lo voy a repetir, abre la boca-le digo.
Puedo ver el trapo que cubre sus ojos empapado de lágrimas.
-Sientes el frío, es el cañón de una Glock apuntándote al cerebro, shhh,
shh no te muevas y escúchame, contéstame moviendo la cabeza a cualquier
pregunta que te haga, odiaría tener que manchar el maletero con tu sangre, si
aprecias tu vida... colabora conmigo- le digo.
-¿Crees en Dios? -le pregunto.
Asienta confirmándome su fe.
-Puedes rezar, pero Dios no te va ayudar, te puedo decir mi nombre y me
puedes rezar a mi, ahora yo soy tu Dios, soy el dueño de tu vida, mi voluntad
determina si vives o mueres, y mi voluntad adora el silencio, ¿Has entendido
las palabras que han salido de mi boca Manuela?- le pregunto.
Vuelve asentir.
-Fascinante, si todo sale bien vas a estar en casa haciéndote selfies en
pocos días- le digo y cierro el maletero.
Me subo al coche y con una paz sepulcral sigo conduciendo.
La llamada
-Come algo- le digo.
-Mi familia...
-No gastes saliva, come, ahora vengo- le digo.
-¿Me podría quitar la venda al menos por favor?- me pregunta.
-Un segundo- le digo y me pongo mi máscara de Esperanza Aguirre.
Cierro la puerta con llave y salgo hablar con Mariano.
-Voy a salir a llamar a los padres de la chica, ve a vigilarla de vez en
cuando, está en la habitación encerrada, toma la llave -le digo y me marcho en
el coche.
Nunca creí tener las agallas para realizar un acto como
este, siempre fui un ciudadano responsable, tenía una familia, tenía una mujer,
tengo hijos aún, pero es como si ya no los tuviese, pagaba mis impuestos,
intentaba levantarme con una sonrisa para ir a trabajar... todo eso se ha
acabado, todo eso está enterrado, me digo mientras miro las fotos de mis hijos
mientras conduzco.
Llego a una cabina telefónica, le doy un beso a mis hijos y
los vuelvo a guardar en mi cartera. Cierro los ojos, respiro hondo, me tiemblan
las rodillas, después de hacer esto ya no hay retorno.
Camino a la cabina, descuelgo el teléfono y cubro el
auricular con una toalla.
-Buenos días, empresas Errejón ¿En que puedo ayudarle? -me atiende una
dulce señora.
-Con Iñigo- le digo.
-Ahora el señor está reunido- me contesta tajante.
-Si le importa la vida de su hija Manuela- le recomiendo que le pase la
llamada, le digo.
Siento un silencio que corta su respiración como una navaja
afilada.
-¿Quién carajo es?- pregunta con prepotencia.
-Te recomiendo bajar el tono Iñigo, odiaría tener que curar su
prepotencia con los restos de su hija Manuela en un basurero- le digo.
El mismo silencio desgarra su garganta y pierde las palabras.
-¿Qué quiere?- me dice intentando esconder su rabia.
Desaloje la sala, lo que vamos hablar es personal, no intente mentirme,
que lo estoy observando, le miento.
Escucho de fondo: Señores otro día discutiremos las
cláusulas de los terrenos, la reunión ha terminado.
-Muy bien- le digo.
-Quiero hablar con Manuela, quiero saber si está bien- me exige.
-Tendrá que fiarse de mi palabra, la única prueba que va a obtener si no
hace caso a estas instrucciones serán trozos de su hija repartidos por la
entrada de su casa, esto va a ser rápido, usará una bolsa de cuero de color
azul, depositará cien mil euros y lanzará esa bolsa al mar en el espigón del
puerto de Cabopino, lo tendrá que hacer mañana a las diez y veinte de la noche,
ni un minuto más ni un minuto menos, odiaría que la impuntualidad hiciese matar
a su hija, le recomiendo no contactar con la policía, a la señal más sospechosa volverá a ver a su hija , pero eso sí, cada día, cada
semana o cada mes, le llegarán trozos suyos para que pueda armarla como un
puzzle. Cuando la entrega del dinero se complete, encontrará a su hija en la
rotonda que hay antes de bajar al puerto, espero que haya podido entender estas
sencillas indicaciones Iñigo- le digo y cuelgo el teléfono.
Más faroles no he podido decirle, ahora esperemos que papi
ame más a su hija que al dinero, me digo y me subo al coche.
La Debacle
This woman's work, no sé si es su voz, pero cierro mis ojos
y me da paz, sé que no debería fumar... pero que más da a estas alturas, vuelvo
a sacar la foto de mis hijos y sin quitarles la vista de encima conduzco, intento
no pensar en todas las cosas que hice mal, llevo cuatro años atormentándome, supongo
que el fin justifica los medios.
Apago el coche y con mi pulgar les acaricio el rostro antes
de regresarlos a la oscuridad de mi cartera.
Entro a la casa y veo a Mariano...
-¿Qué haces Mariano?- le pregunto intuyendo lo peor.
-Ya que le vamos a dar un trauma, le doy el paquete completo no Pablito- me dice subiéndose la bragueta y sonriendo.
Lo empujo y abro la puerta, Manuela está en una esquina con
las bragas en los tobillos y llorando, las piernas magulladas y el rostro
ensangrentado.
-No se dejaba, pero con un par de hostias... si quieres catarla un
poquito Pablito, ufff, raspa un poquito al entrar, pero con un poco de saliva entra
que da gusto-me dice golpeándome el hombro y sonriendo.
Cierro mis puños y poseído me abalanzo sobre Mariano, sólo
puedo sentir su rostro deshaciéndose contra mis puños, le cojo la cabeza y
empiezo a golpearla contra el suelo, a cada golpe que doy siento como se abre
como una castaña.
No puedo contener mi furia, me levanto del suelo y disparo
cuatro veces contra su entrepierna. Regreso la mirada a Manuela que llora
desconsoladamente.
-Yo no quería esto, mañana ibas a volver con tu familia, simplemente
necesitaba el dinero para mis hijos- le digo y me arrojo llorando en la otra
esquina de la habitación.
Vuelvo a sacar a mi enemigo, el mismo que tanto disfruto y
que va a terminar con mi vida, mi buen amigo Lucky Strike. Con las manos
ensangrentadas vuelvo a sacar la foto de mis hijos, los miro con una sonrisa.
-Coge estas llaves y vete-le digo y tiro las llaves a sus pies.
Se levanta las bragas y coge las llaves, no mira atrás, se
detiene frente al reventado cadáver de Mariano y empieza a patearlo y a gritar.
En mi mano izquierda tengo la foto de mis hijos y en la
derecha mi pistola.
No sé si existes, pero para buscar redención... supongo que tendré que
pactar una cita, pienso con el cañón de mi pistola en la boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario