lunes, 23 de marzo de 2015

Cenicienta, sé mi príncipe por treinta euros

Existen familia de cocineros, de profesores, de ingenieros... no creo que la nuestra sea atípica por ser una familia de putas... bueno, preferimos que nos llamen trabajadoras sociales. Mis dos hermanastras, mi madrastra y yo.

Siempre cubrimos la misma rotonda en algún polígono, lo escandaloso es que en pleno siglo veintiuno la gente nos siga mirando con pena, he conocido casos de abusos y sé que las personas son peligrosas pero nadie nos obliga a ser "trabajadoras sociales", se puede decir que vengo de una estirpe de dadivosas trabajadoras sociales, mi madrastra le enseñó a mis hermanastras y ellas a mi. Me llamo Cenicienta y por treinta euros puedes ser mi príncipe azul por media hora o lo que dure la faena.

He cambiado el vestido de gala por unas mallas y una minifalda, mi zapato de cristal por una caja de profilácticos de sabores. Misteriosamente mi hora punta empieza a las doce, mi carruaje es la parte de atrás de un Seat Ibiza o una furgoneta Ford, si fuese princesa mi reino sería el descampado decorado por un suelo lleno de jeringuillas, trozos de kleenex arrugados y condones.

Dame un segundo que un príncipe azul me busca, le digo a mi hada madrina y con un contoneo sensual me acerco a un Seat Leon.

Hola, me saluda el excitado conductor.

Hola papito ¿Qué te apetece? le pregunto chupándome el dedo.

¿Qué precio tienes? me pregunta y puedo distinguir una enorme erección asomándose por su pantalón.

Veinte la chupada y treinta el completo, le contesto con una sonrisa.

¿Estás por aquí más tarde? me pregunta.

Pregunta por Cenicienta, le digo coqueta.

Me mira extrañado y con una sonrisa burlona me dice:

Cómo ha cambiado el cuento ¿no?

Y los príncipes, le digo riéndome.

Ya nos veremos más tarde Cenicienta, me dice.


Cuando quieras, le digo y me marcho con mi hada madrina que me espera con un tupperware lleno de sopa caliente  y unas toallitas perfumadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario