7:15 am hora de levantarse
-Rafaela... Fernanda, a levantarse nenas hay que ir al colegio, grito
desde mi habitación mientras me arreglo la corbata frente al espejo.
Como es de costumbre todas las mañanas no me hacen caso,
termino de arreglarme para ir al trabajo e intento levantarlas otra vez yendo a
su habitación.
-Rafaela nena, levántate que tienes que ir al colegio, le digo mientras
acaricio su pelo.
-Un poco más papi, me dice soñolienta y se gira tapándose la cara con
su manta.
Intento lo mismo con Fernanda que duerme en la litera de
arriba y el resultado es el mismo. Me recuerdan tanto a mi cuando mi madre
intentaba levantarme para ir al colegio.
-Bueno... parece que ni Fernanda ni Rafaela quieren ir a la feria
después del colegio, que pena... tendré que ir solo, me lamento en la puerta.
Como un dibujo animado se levantan de la cama las dos y me
gritan al unísono:
-¿Nos vas a llevar a la feria?
-Parece que no estaban tan dormidas ¿no?, les digo riéndome y añado, sí,
regreso a casa a las 5 y vamos a pasar toda la tarde en la feria, siempre y
cuando se levanten y muevan esos culitos al baño y se aseen para ir al colegio.
Ni pestañear me dejaron y extasiadas se fueron a asear. Bajo
a la cocina y Rosita ya ha preparado el desayuno.
-Buenos días Rosita, le digo.
-Buenos días Señor, me contesta y raudamente me ofrece una taza con
café.
-Hoy parece que va a tener la tarde libre, le digo mientras desayuno.
-¿Y eso señor? me pregunta.
-Hoy salgo antes del trabajo y voy a pasar el resto de la tarde con mis
hijas, vamos a ir a la feria, le digo.
-Gracias señor, me dice y añade, justo esta tarde mi hijo tiene las
prácticas en la parroquia de mi barrio, van a interpretar el nacimiento de
Jesús y es el protagonista.
-Parece que será un día para disfrutar el nuestro, le digo y de mi
cartera saco cincuenta soles, para que te vayas a tomar o comer algo con tu
hijo.
-Gracias Señor, muchas gracias, me dice agradecida.
8:10 am en la puerta del colegio
Rafaela es la mayor por un año, tiene 12.
-La movilidad escolar las va a dejar en casa a las 3:30 de la tarde,
Rafaela toma las llaves de la casa y espérenme, como mucho llegaré a las 5 de
la tarde, ruego que sea antes, les digo y les doy dos besos a cada una.
-Adiós papi, que te vaya bien en el trabajo, te quiero, me dice
Fernanda.
-Y yo las amo a las dos, ser buenas, les digo y las dejo en el colegio.
9:30 am en el trabajo
Actualizar cartillas, depositar el dinero de la gente, pagar
cheques, aguantar viejitas y sus preguntas recurrentes sobre sus fondos de
pensiones. Todo eso menos mal que lo dejé atrás hace muchos años, ahora soy el
director de la sucursal, no es el trabajo con el que soñé de niño.
Las horas pasan asesinando poco a poco el día mientras
planeo una tarde perfecta con mis hijas en mi cabeza, eran muy pequeñas para
saber lo que pasó con su madre, aún son muy pequeñas para explicarles lo que
pasa con su madre.
Amo a Violeta con locura, después de 10 años no he podido
conocer a una mujer que llenase el vacío que dejó en mi, después del nacimiento
de Fernanda todo fue espantoso, tuve que mandar a Rafaela y a Fernanda a vivir
con mi madre, las alucinaciones, los delirios, la falsa realidad que se había
creado. Mi mujer es esquizofrénica, viví con ella seis meses hasta que decidí
ingresarla, simplemente dejó de ser la mujer con la que me había casado, un
recuerdo sumergido en una cabeza delirante y obsesiva. No hay día en el que ese
espectro del pasado no esclavice mis pensamientos, no hay día en el que no
deseé volver a sentirme arropado entre sus brazos.
3:53 pm la llamada.
-Buenas tardes Sr. Lopéz, tenemos que comunicarle una terrible noticia,
me informa el doctor de Violeta.
Me quedo en silencio pensando que se ha suicidado, pensando
que ha muerto.
-Su esposa se ha fugado del hospital esta mañana, me dice y añade, estamo...
-Rafaela, Fernanda, digo preocupado, se me cae el celular y corro al
coche.
Estoy a 147 kilómetros por hora, casi 150 conduciendo
por la autovía, yendo a mi casa, sólo puedo repetir en mi cabeza, Rafaela...
Fernanda.
4:35 pm
La puerta está abierta, entro gritando y con la esperanza de
que saliesen a decirme:
-Papi, papi, estamos aquí.
Corro por toda la casa, miro por todos lados, llego a mi
habitación y la confirmación de lo que más temía está escrita en mi pared con
pintalabios:
"147 kilómetros por
hora amor, a esa velocidad llegamos al lugar donde lo hicimos por primera vez
¿te acuerdas?"
La cabaña de su tío, me digo y salgo corriendo otra vez y me
subo al coche. No hagas nada estúpido Violeta, no hagas nada estúpido por
favor.
5:17 pm
-!Violeta! !Violeta! pateo la puerta y entro gritando.
-Hola Román, me dice sentada en el sofá vestida de blanco.
-¿Dónde están las niñas Violeta? le digo temblando de miedo.
-Esperándonos, me dice con una sonrisa.
-!¿Dónde carajo están mis hijas Violeta? le grito endemoniado.
-Fuera, me dice impasible.
Las veo fuera, sentadas en un banco de madera y mi respiración
se normaliza.
-Rafaela, Fernanda, nenas, las llamo y no me hacen caso.
Paso a paso me voy acercando clamando sus nombres y no se
giran, no se giran a decirme papi.
Le cojo el hombro a una de ellas y cae al suelo, no, no, no,
no, no, no, me digo contemplando sus rostros pálidos como un papel, sus labios
morados y con las venas de sus bracitos cortadas.
-No mis niñas hermosas, me digo abrazándolas y llorando
desconsoladamente.
-!NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! grito despedazándome la garganta.
-Te dije que estaban esperándonos Román, me dice Violeta con un
cuchillo en la mano.
-¿Qué has hecho Violeta? ¿Qué has hecho? le digo abrazando a mis hijas.
-Te dije que esta no era nuestra realidad Román, ahora nuestras
pequeñitas han despertado en la que será nuestra realidad por siempre, me dice
con una sonrisa.
Cojo una piedra del suelo y me levanto con los ojos inyectados
de rabia con ganas de asesinar a Violeta.
-Hija de p...
Entonces... ¿Vienes con nosotros Román? me pregunta y se abre la
garganta con el cuchillo.
7:15 pm semanas después
-¿Ese es el marido de la paciente?...
-Sí, de la paciente 147, le contesta al
residente.
-¿Cómo se encuentra? le pregunta.
-En el limbo, su cerebro no pertenece a esta
realidad, le contesta.
-¿Qué es lo que siempre escribe en esas hojas?
le pregunta curiosa.
"147
kilómetros por hora es la velocidad de mi aniquilación".
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