27 de Diciembre 2015
Eres letal, tan sutil como el silencio te escabulles en mis sueños, me conoces, después de tantos años aún mantienes ese embrujo que me obliga a evocarte, esa silueta que se apodera de mis noches y esclaviza mis emociones, es extremadamente doloroso verte y saber que has avanzando, es extremadamente frustrante verme y saber que mi superación no es más que un espejismo.
Obligado por mi subconsciente, albergando ésa cursi y ridícula utopía, nunca vamos a estar juntos ¿verdad?, sigue con tu vida mientras yo intento encontrar la mía. Hoy me ha vuelto a pasar, me he despertado después de haber vivido una vida a tu lado, fue tan real que aún me tiemblan las rodillas, por mucho que lo intento no recuerdo como llegamos a ése desconocido lugar repleto de rostros familiares, me sujetabas la mano con fuerza, aún puedo sentir tu apretón en mi mano derecha ¿sabes?. Aún guardo la foto que te robé la última vez que cenamos en tu casa por navidad, el sonido de tu risa rebotando como una bola de ping pong en mi cabeza. Esas gotas que arrugan el papel sólo son mis lágrimas, pero no te sientas mal, yo elijo mi realidad, y sé que ahora sólo estoy soñando y por la noche me voy a despertar...
Jesús es la hora de la medicación, me interrumpe Fabián, el enfermero.
Claro, es momento de volver a la realidad, le digo e ingiero la llave de mis grilletes en forma de pastilla.
Antes de vernos, me despido mi amada Carla, ahora y siempre tuyo, Jesús.
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