miércoles, 5 de noviembre de 2014

Diego y yo

Mis trozos vagaban por la calle, maldita inercia que arrastra éste cúmulo de sin sentidos, mi deliciosa Fernanda se había marchado dejando las cenizas de un incendio inclemente a su paso. aunque mi dolor, mi desesperanza sería crucificada por el gesto amigable de mi vecino nuevo, Diego.
Diego llegó a mi barrio como un haz de luz en un eclipse, como la primera flor que nace venciendo un otoño desgarrador, compartíamos gustos afines, amábamos las canciones de U2, las baladas de Antonio Vega, las cantábamos juntos cautivos en la intimidad de su habitación, imperturbables.
Alto, pelo ondulado, tez blanca y labios finos, todas las tardes hacíamos que nuestros días fuesen los últimos de nuestras vidas, apasionados, sentía al fin... qué alguien disfrutaba a mi lado, el ruido, la ciudad, la vida se paralizaba por el eco de nuestra respiración, pero aun así, la desconfianza y el miedo alquilaban una habitación en mis entrañas.
Era sábado y el sol golpeaba las calles con rudeza demostrando su superioridad, Diego y yo estábamos sentados a la sombra de un árbol:
 ¿Nos vamos a la piscina? me propuso.
 Que va, la entrada vale 3 soles y estoy misio, mi papá no me deja ni un céntimo, contesto mientras pienso que lo ideal sería refrescarnos los dos solos en una ducha.
Déjate de huevadas, le pido la plata a mi mamá y así pagamos las dos entradas y compramos una gaseosa, me dice mientras me tiraba de la mano.
¿Cómo podía negarme? Acepté con un gozo interior, el cuarto menguante que dibujaba en su rostro al proponérmelo, esa hamaca donde soñaba reposar eternamente, fue una tarde sublime, los dos chapoteando en la piscina, el mundo volvía a detenerse abrumado por nuestras risas.
 Atenuados por una tarde jocosa nos relajamos en las tumbonas, tenía un torso fascinante.
 ¿Y qué Luisito? ¿No tienes ninguna enamorada? ¿O alguna chica que te haga tilín? me pregunta pícaro, mientras exhalaba el humo del cigarrillo por su nariz
 No...no, no tengo mucha suerte con eso de las mujeres, la única que me ha gustado me rechazó, contesto melancólico.
 !Que puta! si eres un pata de puta madre ¿Sabes qué te digo? ella se lo pierde, pero ya sabes lo que dicen, hay mas conchas que segundos en el año, ¿Te jodio mucho que te haya rechazado? me pregunta.
 Bueno, como todo ¿no? Ahora estoy mucho mejor, digo mientras forzaba una sonrisa. ¿Y tú? pregunto esperando que la respuesta fuese te quiero a ti.
Yo paso de huevadas, eso de ir a su casa, escuchar tantas mierdas, lo único que me interesa de su boca es la profundidad para meterle mi pinga, aparte que contigo me lo paso mucho mejor y tu boca también me interesa por tus palabras, me dice riéndose y añade, ahora en serio, he tenido alguna enamorada pero poca cosa, termino aburriéndome, se está mejor solo Luis o es que no he encontrado a la persona adecuada que le haga tolón a mi tilín.
Esa noche escuché "El sitio de mi recreo", me desvelé pensando, analizando a Diego, pero su torso nublaba mi mente, no podía admitir ser un maricón, ¿Cómo puedo estar enamorándome de ti? ¿Qué soy? ¿Qué tipo de monstruo soy? ¿Mi prima? ¿ahora mi mejor amigo?, Acaso estoy destinado a enamorarme de la gente que más me importa y perderlos, me encantaría arrancarme el corazón y ser alguien normal.
Dormí hasta las 4 de la tarde, me ardían los ojos fruto de la confusión en la que me encontraba, pero mi razón sucumbía a los argumentos infundados de mi corazón, Estoy enfermo me repetía, no vi a Diego dos días, tocaba el timbre de mi casa pero no contestaba, me mandaba mensaje al celular pero no los leía, tenía que alejarme de él, necesitaba ser normal.
Pero a ésta enfermedad tan vil no se le puede vencer, te desarma, te vuelve tonto y manso, sentía que el único antídoto iban a ser sus besos.
¿Estás enfermo Luis? te he mandado mensajes al celular, te he estado buscando todas las tardes y me ignorabas ¿No quieres ser mi amigo? me pregunta preocupado.
No puedo ser tu amigo Diego, si estás a mi lado sólo me haré mas daño y tú también, soy así, soy un imán de hacer daño, soy un monstruo, le digo lagrimeando.
¿Qué mierda hablas? te voy a decir algo,  ya estoy cansado de fingir Luis, no estar contigo me hace daño... no sé carajo,  incitas cosas en mí, cosas que rechazo Luis, pero no estar a tu lado me parte en dos, creo que me he enamorado de ti... !y yo sé que está mal!, pero si no te veo me falta el aire, me confiesa cogiéndome las manos.
¿Me estás diciendo esto de verdad? le preguntó mientras me pellizco el brazo pensando que es un sueño.
Olvídalo Luis, olvida lo que te he dicho, sólo me conformo con tu amistad, no dejes de ser mi amigo por favor, te juro por mi santa madre que yo me olvido de ti.... pero  entenderé si no quieres ser amigo de éste maricon de mierda. me dice mientras sus piernas temblaban.
 Me destruyo en llanto y el cielo se abre ante mí.
Yo también te quiero Diego, si no quería verte es porque no quería perderte, quería olvidarme de ti, no quería sufrir más, eres el sentido de mi vida, pero rechazaba sentir lo que siento, no quiero perderte Diego, eres el centro de mi universo, confieso llorando.
Con ímpetu besa mis labios, nuestros dientes se chocan, esos labios gruesos y rudos acariciaron mis labios, nuestras lágrimas se confundieron con nuestra saliva , un beso salado y enamorado.
 ¿Escuchas eso? le pregunto mientras me aferró a su pecho.
 ¿El qué? me pegunta encarcelándome en sus brazos.
"El sitio de mi recreo" se convirtió en la banda sonora de nuestro momento, esa tarde me hizo suyo, besé sus pectorales, acaricié su torso, besé su ombligo, besé sus labios hasta desgastarlos, nos fundamos en nuestra enfermedad llamada amor.
Podría mirarte a los ojos eternamente Diego, abrázame y haz que éste momento dure para siempre, fosilicémonos, nunca te voy a dejar, le digo mientras mi rostro encontraba calor en su pecho.
Te Amo Luis.     

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